¡Y EL GANADOR ES...!

El Hielo. Gana el puñetero hielo ¿dónde demonios se ha visto eso? En Megaman, claro. Cumplí mi promesa, arremetí contra todo lo que se movía antes de buscar venganza ante Iceman. Fui a por Fireman, pasé por sus bloques de fuego, sus tremendas caídas al ardiente magma y lo vencí con mi inútil megabuster. No sirvió de nada. De nada.

A pesar de todo, me di cuenta que el periplo por el que había pasado para acabar con los demás Robot Master sirvieron para convertirme en un tipo curtido en esto de los Megamans, ya que llegué a Iceman a la primera, ni los chorricopteros del primer tramo, ni los bloques que aparecen y desaparecen, ni siquiera las plataformas asesinas o los bloques de hielo pudieron conmigo. Me dije: “es tu momento”.

Antes de cruzar el primero de los dos umbrales que me separaba a la batalla con mi particular némesis, me equipé con el traje rojo de Fireman. Vini, vidi, perdí ¿cómo podía ser que le quitase un puntito de vida por cada impacto? ¿cómo ese enano de mierda podía haberme pasado la mano por la cara de nuevo? ¿cómo podía ser que Inafune no supiese una ley tan simple como que el fuego derrite al hielo? ¿toman Whisky on the rocks en Japón? Demasiadas preguntas para un solo hecho: había vuelto a perder.

Ante tal despropósito de derrota humillante ante un tipo vestido con ridículo abrigo y cara de freak me dije que esto no podía quedar así. Me lancé a por Gutsman, tras mi entrenamiento con Iceman y Fireman, fue un estupendo paseo por la pantalla, incluso demostré a Gutsman que sus movimientos random de lanzar piedras unas veces sí y otras no servían de poco con mi Megabuster. Me sentía magnánimo y me lancé a por Cutman, ya que si algo me ha enseñado la creencia popular es que la piedra vence a la tijera y no erré.

¡Oh mítica canción! ¡Cancionero de ayer, hoy y leyenda de los 8 bits! Cuan Goku con Nappa, mi pequeño cuerpo era capaz de levantar las pesadas rocas tras adquirir los poderes de Gutsman. Nadie se podía interponer en mi camino. Nadie. Al llegar a Cutman, el objetivo era obvio, agarrar piedras y lanzárselas. Solo habían dos, más que suficiente pensé. Agarré la primera, lancé y fallé. “¡Demonios!” pensé “toma rápido la otra piedra Toni, esta no podrá esquivarla” y vaya si la esquivo. Segundos después una explosión me devolvía a la realidad... Soy nefasto. Pero no importaba, ya que en el siguiente round tendría mi oportunidad.

Umbral, me equipo con mi potente poder. Abro la puerta y... no hay piedras. ¿¡DÓNDE ESTÁN LAS PUÑETERAS PIEDRAS!? Dos vidas más y Cutman había acabado conmigo y mi paciencia. “Volveré”, me dije a mi mismo. Esto no podía quedar así ni en broma.